sábado, 5 de marzo de 2016

Aprendiendo a dibujar el cuerpo humano


Comentaba en la entrada anterior que los palitos de carbón son los ideales para realizar esbozos de dibujos. Te permiten total fluidez y soltura en el movimiento. La mano se desliza por el soporte sin ninguna traba. Solo tiene que traducir a movimiento lo que el ojo y el cerebro le dictan.

El profesor que me enseñó a dibujar el cuerpo humano (Gonzalo Beltrán al que nunca olvidaré), nos mandó comprar simplemente un rollo de papel de los que se usaban para envolver en las tiendas, unos palos de carbón y nada más. Ni goma, ni difumino ni ninguna otra cosa.

Nos proporcionaba modelos del natural: un chico y una chica que posaban desnudos adoptando la posición que el profesor les indicaba.

Clavábamos un pedazo grande de papel sobre un soporte de madera y nos cronometraba el tiempo. En 5 minutos de reloj teníamos que realizar el esquema del cuerpo olvidándonos de los detalles, fijándonos solo en la globalidad de las formas, en situarlas todas a la vez, cada una en su lugar pero en relación con las demás.


Como he dicho, había que huir de los detalles. No se trataba de dibujar dedos, manos, ojos…(eso vendría después). Se trataba de captar la esencia de la figura en su conjunto, la relación armoniosa de sus partes y esto no puede lograrse dibujando de forma fragmentada sino haciéndolo todo a la vez.

Los primeros minutos había que observar, captar, comprender cada postura.

Trabajábamos con el brazo extendido, separados del soporte, sin levantar prácticamente el carbón del papel, trazando movimientos amplios y seguros.
Jamás cuadriculamos un papel ni medimos con la regla. Eran el ojo y el cerebro los que dirigían el trabajo.

Los dibujos alcanzaban una gran fuerza y expresividad y las partes del cuerpo quedaban proporcionadas sin apenas esfuerzo.


Una vez conseguido el esquema corporal, darle forma definitiva era bastante fácil. En el dibujo siguiente se puede observar lo fácil que resulta trazar sobre el esquema la forma definitiva de piernas, brazos y demás.

Para este segundo paso, utilizábamos también barritas de carbón y sanguina.


Si os dais cuenta, teniendo el esquema del cuerpo bien formado, ponerle un vestido o pantalones o cualquier otro detalle, resulta la cosa más fácil.

A mi estos ejercicios me transportaban a otro mundo. Los adoraba. Nunca olvidaré a Gonzalo, el gran maestro que me enseñó a dibujar así: observando, sintiendo y trazando con un simple palo de carbón líneas sobre un papel.

2 comentarios:

  1. Para reflexionar sobre esto va muy bien observar las sanguinias de Leonardo da Vinci.

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    1. Hola Osselin: muchísimas gracias por tu visita y por tu aportación. A mi también me parece fundamental observar y estudiar a los grandes maestros, no como me enesñaron a mi, aprendiendo de memoria sin mas, datos sobre ellos sino "viviendo y sintiendo" su obra, comprendiendo la forma en que resolvieron y consiguieron expresar lo que querían. Que suerte los niños de hoy! Un saludo

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